Salimos el martes 19 de enero de 2016 a las 3 de la tarde rumbo a Zárate, Pcia. de Bs. As. No era el camino más conveniente para ir a Mendoza pero había que retirar un repuesto de Panchita por ahí.
Luego de pasar por Italrouen y de que Gonzalo nos diera el pistón del freno trasero, pasamos por el super y compramos todo para un par de días, la heladera es pequeña. Encontramos un camping para pasar la noche sobre la orilla del Paraná. Nos recibieron un par de perros, únicos dueños del lugar, sólo pararon de ladrar cuando seguían a una culebra que habían traído la crecida y los camalotes que días atrás cubrían gran parte de las aguas.
Las ramas bajas de un árbol no nos dejaban pasar. Los chicos y Pato se subieron al techo y yo abajo tratando de acelerar lo menos posible, de pronto frené un poquito fuerte y casi terminan todos deslizándose por el parabrisas!
Comimos un rico asado mientras los mosquitos comían nuestras piernas, así que rapidito subimos a la camio y nos fuimos a dormir. El viaje había comenzado, ya habíamos dado el primer paso con el que empezaba nuestro gran sueño, y en eso Pato dice: “Nos olvidamos los papeles de Panchita!!!!!”
Y ese fue nuestro simulacro de salida. A las 11 del otro día estábamos de nuevo en Tigre, en la casa de Pat, quien nos decía: “Pero qué rápido que pasó el tiempo! Que grandes que están los chicos!” Jajaja
Aprovechamos la mañana para comprar un par de bicis para los chicos, cosa que había quedando pendiente por la ansiedad de partir. Pasamos por una bicicletería en Urquiza (GoldenBike) donde nos habían hecho un muy buen precio y mientras Pablo ajustaba las bicis y los chicos daban vueltas a la manzana de contentos, se nos acercó un taxista que paró al ver la camio en la puerta. Nos contó que él y su mujer tienen una parecida y que estaba queriendo cambiar la heladera, así que necesitaba consejo. Nos contó que era su sueño irse a recorrer la Argentina pero que tenía tres bypass y no podía. Pero ¿qué puede ser más estresante que ser taxista en Buenos Aires? Pato le dijo que largara todo, que alquilaran la casa y con la jubilación que estaba por cobrar que se fueran en busca de su sueño, que la vida es una sola y hay que aprovechar cada minuto. Dijo que le iba a hacer caso. Ojalá así sea, eso nos haría tan felices… poder inspirar a otros a cumplir sus sueños!
Luego de la bicicletería, pasamos por lo de mi mamá, y mi hermana Mónica nos preparó un almuerzo peruano para llevar. Finalmente salimos a la ruta a las 13.30. El viaje fue tranquilo pero muy caluroso.
Por la noche llegamos a General Levalle, Córdoba. Allí estacionamos a orillas del lago San Agustín y con jabón en mano nos zambullimos al lago. No era muy profundo y estaba caliente, pero igual algo nos refrescamos. Los mosquitos eran dueños del lugar así que comimos adentro. No sé si porque llegamos de noche no había nadie en la entrada por lo que no pagamos nada por acampar en este lugar que es un club muy lindo, con canchas de paddle, de tenis, proveeduría y bar.
El día siguiente, miércoles 20, lo pasamos viajando. Llegamos a Cacheuta a las 8 de la noche, luego de hacer 40 km de más por confiar en el GPS que nos llevó a un camping inexistente. El camping Cacheuta que figuraba sobre la ruta 7. Cuando llegamos al lugar el GPS decía doblar a la izquierda en un lugar donde no había ni siquiera calle.
ViaJones 