Tulum

Luego de una semana de relax en Mahahual fuimos a visitar la ciudad de Tulúm, unos 220 km al norte. Tuvimos un problema con las tarjetas de débito. En un principio pensamos que eran los cajeros de Mahahual que no funcionaban pero cuando en Tulum tampoco podíamos sacar efectivo empezamos a preocuparnos, hay cosas que no se pueden pagar con tarjeta, por ejemplo los peajes…. Nos pasamos un día entero tratando de hablar con Banelco y también con nuestro banco, que por tener la clave telefónica vencida, no nos atendió nunca. Finalmente en Visa nos solucionaron el problema y ese día por la tarde pudimos sacar efectivo de los cajeros. Cada 30 días hay que volver a habilitar la tarjeta para usarla en el exterior llamando al 1-866-341-8472 o 1-800-396-9665.

Cuando tuvimos el problema con el cajero y no teníamos efectivo, nos pasamos casi todo el día en el Gomart, el shop de la estación de servicio Pemex que se encuentra en la entrada. Había aire acondicionado, wifi, Subway y un montón de cosas ricas para comer y todo se podía pagar con débito.

Ya con efectivo, el día siguiente fuimos muy temprano (para evitar el calor) a visitar las ruinas de Tulum (3,5 usd c/u, menores de 12 no pagan, hay un tren que recorre los 800 mts hasta las ruinas 1 usd ida y vuelta). Como diría mi amiga Verito, es un lugar “sooooñado”. Una bella ciudad amurallada con algunos edificios interesantes, o lo que queda de ellos. Pero lo impactante es el lugar, está situada sobre un acantilado frente a un mar turquesa. Sí que sabían elegir sus lugares estos mayas!

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Siempre es bueno ir con un guía, se aprende mucho y hace a la visita más interesante. Este guía nos explicó cómo se manipulaba a los que menos sabían cuando los sacerdotes “predecían” que el sol pasaría por una pequeña ventanita tal día del año. Los campesinos los creían dioses por sus predicciones y obedecían todos los pedidos que estos sacerdotes hacían. Así se fueron construyendo grandes imperios sobre la base de la ignorancia de los trabajadores.

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Terminada la visita, a las 11 de la mañana, estábamos muertos de calor. A unos 300 mts de las ruinas encontramos un playa preciosa y nos refrescamos con el mar y unas cervezas. La combinación perfecta: cultura + relax.

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Dormimos todos los días en el estacionamiento del Chedraui, una cadena de supermercados mexicana. Es práctico porque compras lo que necesitas para la cena, que es ahí mismo!

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Como en casa…

Por la noche salimos a cenar unas pizzas. Cuando nos estábamos yendo del restaurante pasamos primero por el baño y ooooh sorpresa, tenía duchas! En seguida le conté a Pato, quién fue al estacionamiento a Panchita a buscar shampoo y toallas en un bolso, y escabulléndose con los chicos por el jardín se metieron en el baño de mujeres a bañarse. Salieron 10 minutos más tardes impecables… Hippie Jones!

De Tulúm ya habíamos visto sus playas y sus ruinas, sólo nos faltaba ver algún cenote. El último día fuimos al Cenote Dos Ojos, a unos 12 km del centro. En ese lugar hay varias grutas. Primero fuimos a averiguar a Pet Cementery (25 usd c/u) pero finalmente hicimos la excursión en otra gruta que estaba un par de kilómetros antes  (20 usd pp). Allí, además de ser más barato, nos podíamos quedar todo el día nadando en un cenote cercano.

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Aunque un poco cara, fue una experiencia inolvidable y valió la pena. Emma en un principio tenía miedo. No es nada lindo entrar a una caverna oscura con miles de murciélagos dormitando en los rincones y encima el agua era fría. Luego de un poco de insistencia accedió a venir. Nos dieron chalecos, snorkels y linternas y adentro nos metimos siguiendo a Amalio, nuestro guía.

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Fue ingresar a un mundo tenebroso de cavernas, rincones oscuros, murciélagos y estalactitas. Estas últimas eran de varios metros de largo, está prohibido tocarlas, ya que crecen muy despacio y una vez que se tocan detienen su crecimiento. También hay raíces de sauce, que llegaban desde la superficie hasta tocar el agua y allí se quedan como suspendidas, flotando. Estos árboles eran los que buscaban los mayas cuando querían encontrar agua. La visita duró 40 minutos luego de los cuales estábamos todos temblando por el agua fría.

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Dejamos el equipo y fuimos a calentarnos al cenote a cielo abierto que se encuentra a unos kilómetros del lugar. En el camino nos cruzamos con dos arañas pollito, se veían 50 mts. antes, imagínense el tamaño! “Acá campamento, nunca!”- pensamos.

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