Y finalmente, luego de 5 días de viaje, el lunes al mediodía llegamos a Lake Havasu City, una ciudad principalmente de veraneo, con casi todos sus días soleados, muy caluroso en verano, y donde hay muy pocos árboles. Es un lugar parecido a Los Reyunos, en Mendoza, pero con menos vegetación en la costa. El campeonato se llevaría a cabo en la isla, en el camping Crazy House. Un dato curioso es el puente que lleva a la isla, es el antiguo puente de Londres.
Increíblemente conseguimos el último espacio que había con vista al lago. Desde nuestra mesa podíamos ver todo el circuito. Más suerte imposible, una vista privilegiada! Lo malo era que desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde se escuchaban los motores rugiendo con todo su poderrrrr.
Ya instalados, salimos a pasear por la orilla del lago, nos comimos unas hamburguesas bajo el puente de Londres y al regresar al camping, preparados con las mallas, nos fuimos un rato al jacuzzi. Allí conocimos a Brady Fisher, un canadiense que había venido con su familia a correr. Pato le contó nuestra historia, el viaje desde Argentina, la pasión de Lucas, y la suya, por el jetski y así, sin mucho pensarlo Brady dijo: “yo puedo prestarle un aparato para que corra”. Con nuestras mandíbulas por el suelo y saltando de alegría por dentro, le agradecimos el ofrecimiento, le dijimos que íbamos a hablar con Lucas y luego le contestaríamos. No lo podíamos creer! Qué diría Lucas cuando se entere? ¿Iba a querer correr o le daría miedo? Cuando volvimos a Panchita hablamos con él y estaba saltando por las nubes de felicidad.
Cuando finalmente llegó el día de la carrera, el viento soplaba muy fuerte y el lago estaba lleno de borreguitos blancos y en la costa, pequeñas olas rompían. Los varones se levantaron bien temprano y a eso de las 7 de la mañana ya estaban bañados y listos para pasar a buscar el jetski que Brady les había dejado preparado al lado de su motorhome.
En la primera carrera de clasificación, Lucas hizo una buena salida, pero con tanto oleaje se cayó varias veces e hizo unos cuantos submarinos. En unas de las caídas se golpeó fuerte la rodilla y terminó abandonando. Pero no se rindió, todavía había otra posibilidad. Una segunda carrera clasificatoria que se llevaría a cabo en 4 horas. Lucas no estaba cómodo con el jet ski, algo no estaba bien.
Hablaron con Maxi, el profe que sabe de estas cosas, y él les dijo que convenía sacarle arandelas del plato. El aparato estaba preparado para alguien de 80 kg y Lucas, con sus 40 kg, se hundía de proa. En la segunda carrera Lucas ya andaba con más confianza, aunque la rodilla le molestaba bastante. Salió tercero y no pudo clasificar pero fue una experiencia inolvidable: correr en Havasu… quién lo hubiera imaginado! Una vez pasado el stress de la carrera, seguimos disfrutando del campeonato pero desde afuera, mucho más relajados, desde la tribuna y sin gritos.
Conocimos a nuestro vecino de camping, Scott. El vive hace 3 años en su motorhome con una vista hermosa al lago. El sábado por la noche, nos invitó a ver la demostración de freestyle bajo el puente de Londres, desde la lancha de unos amigos suyos. Sentados en la planchada y comiendo unos pistachos vimos un lindo espectáculo: diez jetskis, saltando como conejos por toda la bahía, algún chorro recibimos.

