Camino a Dallas. El Paso obligado

En el segundo día de viaje, a unos 100 km al este de la ciudad del Paso, sobre la ruta 10, Pato escuchó un ruido raro en el motor. Paramos para ver qué era y confirmamos la mala noticia, la bomba de agua de Panchita estaba rota. Ya faltaba tan poco para llegar, sólo unos 1200 km más… Y ahora qué hacemos?????

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Evaluamos las opciones. Una era comprar la bomba acá. Imposible. Nunca vamos a encontrar ese modelo y traerla desde Bs. As. Iba a demorar mucho, no llegaríamos al barco. Otra opción era arreglarla, difícil, en este país ya no reparan muchas cosas, y menos tan viejas. La última opción, más factible, era llevarla en grúa hasta el puerto. La camioneta andaba, podía hacer unos kilómetros todavía sin romperse.

Empezamos a averiguar sobre grúas y nos presupuestaron USD 1000/1500, mucho! Seguimos con la segunda opción, repararla. Casualmente en la estación de servicio en la que paramos, el empleado había trabajado en un lugar donde reparaban bombas, así que allí nos dirigimos para que Pato la sacara y este hombre la arreglara. Luego de un día de pelearse con el motor, Pato dijo “no puedo sacarla, mandémosla en grúa!”. Luego se le ocurrió pedir ayuda al bombista quien tenía un conocido que podía sacarla…. Resumiendo, al finalizar el siguiente día ya estaba todo arreglado por USD 300.

Pero lo más increíble de toda esta historia es que en El Paso está MSD, la fábrica de artículos para motores de competición. Pato tenía pendiente cambiar unos encendidos de jet ski que traía rotos desde en Buenos Aires. Lo pensaba hacer por correo, cuando tuviera un momento, ya desde Houston. Aprovechando que estábamos aquí, pasó por la fábrica y allí conoció a Bobby, un hombre de unos 50 años, quién fue el primero en experimentar con motores de competición para jet skis en la década del 90. Lo invitó a recorrer la fábrica mientras le contaba increíbles anécdotas de aquéllos tiempos. Pato estaba en Disney! Pudo cambiar los repuestos sin poner un peso y lo mejor de todo fue que le regalaron un prototipo súper secreto que su equipo buscaba hace mucho tiempo. Un hada madrina nunca lo hubiera hecho mejor. Automáticamente los malos recuerdos sobre roturas quedaron en el olvido y la felicidad volvió a reinar en Panchita.

Cuánta razón que tienen los Zapp, cuando dicen que todo pasa por alguna causa. La rotura hizo que nos detuviéramos allí y al final estuvo perfecto!

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