En Dallas nos recibieron mi hermana Moni, Julián y el pequeño Dante. Cuando llegamos no había nadie en casa, pero teníamos la clave para ingresar. Sólo había un inconveniente llamado Otto, un Gran Danés de 8 años que ladraba fuerte desde adentro. Moni nos dijo: “no se preocupen por Otto, ladra pero no hace nada”. Pero lo que escuchábamos del otro lado de la puerta nos daba miedo. Finalmente Pato se animó a entrar y luego de un par de ladridos más Otto comenzó a mover su cola alegremente.
El domingo festejamos el cumple de Julián. Por la mañana desayunamos una chocotorta que le hizo Emma y al mediodía fuimos a comer hamburguesas de búfalo.
Aprovechamos esos días de Dallas para poner en orden nuestras cosas y preparar a Panchita para la travesía en barco. Saldría desde el puerto de Houston mediante el sistema RORO (roll on, roll off), lo que en criollo significa que tenemos que dejarles las llaves a los del puerto para que ellos la suban y la bajen del barco.
El encendido era un problema que teníamos, ya que las bujías estaban malas. A Pato le costaba encenderla en las mañanas, y cuánto más frío hacía, era peor. Su mayor preocupación era que no iban a poder arrancarla el día que tenían que subirla, o al bajarla luego de 30 días de estar parada. No conseguimos esas bujías en USA así que se las pedimos a Agustín, nuestro salvador, quién ya nos había mandado los filtros cuando estábamos en Havasu. Su hermano es piloto y podría mandar por correo las bujías cuando aterrizara en Miami. Pero él se olvidó el celular en su auto y no tenía nuestra dirección en Dallas y las bujías nunca llegaron. Todo esto pasó 2 días antes de embarcar a Panchita!!!
Pato estaba desorbitado, no sabía qué hacer. Se metió en Google y empezó a buscar. Finalmente dio con unas que eran parecidas. Tendrían que ir. Se fue esa misma noche a buscarlas, las puso después de la cena y milagrosamente anduvieron bien.
Ahora era momento de ver la ropa. Necesitábamos ropa de invierno para los 15 días que nos quedaban en Dallas y ropa de verano para los 21 días que estaríamos en Buenos Aires hasta que llegara Panchita con nuestras cosas. Todo eso tenía que entran en una valija y 4 bolsos de mano, imposible. Y así estuvimos los últimos días: sin ropa, sin casa, más despojados que nunca en el viaje. Nos fuimos a Houston sólo con dos mochilas al hombro.

