Llegamos a Quito al mediodía, nos acomodamos en el estacionamiento del Parque Carolina. Es un parque muy grande, lleno de cosas para hacer con los chicos: bicisendas, boulpark para skate, circuito para mountain bike, pista de atletismo, un lago con biciscafos, jardín botánico, planetario y un museo de ciencias naturales. Era el lugar ideal para nosotros.
Fuimos a hacer las compras al supermercado y nos impresionaron los precios. No podíamos creer que un Termidor tetrabrik estuviera a 5 USD y una lata de tomates a 2,5 USD. Compramos sólo lo necesario y salimos corriendo. Luego nos dijeron que convenía comprar en la feria.
Esa noche mientras cenábamos, una combi estacionó al lado nuestro. Tenía patente argentina! En seguida empezamos a llamarlo por la ventana y vino a saludarnos. Era la «Paponeta kombi» (https://www.facebook.com/Paponeta-Kombi-172903663056994/info/). Se llama así porque su antiguo dueño había sido Papo. Su dueño actual fabrica inciensos y con eso se mantiene. Le compramos uno, nos regaló otro y cuando nos estábamos yendo a dormir, llegó otra camioneta, también de argentinos. Estos eran unos amigos cordobeses, Willy y Gera, muy simpáticos, como todo cordobés. Con guitarra a cuestas cantan en las plazas y se las rebuscan para seguir el viaje. Salieron a mediados de enero de Córdoba y piensan llegar hasta Colombia para luego emprender la vuelta.
Al día siguiente anduvimos en bici y también en biciscafos, que era lo que los chicos más querían hacer.
A la tardecita fuimos al centro de Quito, a la Plaza de la Independencia. Vimos sus hermosas iglesias y edificios coloniales. Las luces comenzaron a prenderse mientras caía la noche y los cuatro caminábamos en una ciudad del pasado.
Luego de unas cuadras llegamos a la Ronda, un barrio muy pintoresco, donde hay pequeños bares y restaurantes. Era lunes y el ambiente estaba algo apagado, no todo se encontraba abierto. Encontramos una pequeña pizzería, donde un amigable quiteño nos contó sobre el terremoto del mes pasado mientras comíamos unas empanadas hechas con masa de maíz, algo extrañas para nosotros, pero ricas.
El último día en Quito fuimos al famoso Museo de la Mitad del Mundo (7,5 USD c/u http://www.mitaddelmundo.com/es/), que queda en la latitud 00.00.0000. Aunque según nuestro GPS, el monumento queda en el 00.00.0207. La línea correcta pasa cerca de una avenida.
El monumento, es un edificio de 8 pisos. Se ingresa por un ascensor hasta el último piso y desde ahí se desciende viendo en cada piso un poco de la historia cultural de Ecuador. Lo más interesante, está en los primeros pisos, últimos del recorrido, en donde hay exposiciones interactivas que explican cuestiones astronómicas, eléctricas, y demás ciencias.
El edificio está rodeado de otras “atracciones” no muy entretenidas. Un vagón de tren que promociona una excursión en el Tren Crucero de 4 días que cuesta 1400 USD. Un planetario en donde todo se ve borroso. Una sala sensorial, donde el único efecto sensorial eran dos pequeños ventiladores en el techo. También había un espacio dedicado a la producción de chocolate, donde cada uno podía hacerse su chocolate, eso fue divertido aunque no funcionaba el molinillo.
Al final de recorrido se largó una fuerte lluvia. Tomamos un cafecito y con Emma nos fuimos a la camio a cocinar unas galletitas. Lo bueno del Museo, fue que nos dejaron pasar la noche en el estacionamiento.